Desde la Unión Imperial del Norte, manifestamos nuestro profundo malestar, indignación y vergüenza ante la gestión absolutamente inaceptable de la asignatura de IPM en lo relativo a la concesión de Matrículas de Honor. Lo acontecido no solo evidencia una flagrante arbitrariedad en los criterios de evaluación, sino que también atenta contra los principios básicos de transparencia, equidad y reconocimiento del mérito académico que deben regir cualquier institución educativa seria.
Los procedimientos de evaluación aplicados en la asignatura de IPM han resultado ser profunda y manifiestamente injustos y alejados de los principios de una evaluación rigurosa y equitativa.
Resulta inaceptable que una docente de la asignatura desconozca, o finja desconocer, aspectos elementales del proceso de asignación de Matrículas de Honor, como el número máximo a otorgar, el número finalmente concedido y los procedimientos formales que rigen su concesión. Este nivel de negligencia o desinterés es incompatible con una docencia responsable y resulta especialmente grave en un proceso que afecta directamente al reconocimiento del esfuerzo del alumnado.
Denunciamos, además, la aplicación de un criterio subjetivo y carente de justificación académica en la concesión de Matrículas de Honor. No es aceptable que la nota final de la asignatura no sea el único factor determinante, sino que se introduzca un criterio arbitrario e inaudito como el supuesto "equilibrio" entre la nota de prácticas y la de teoría. Este absurdo criterio, que nunca antes había sido aplicado en esta facultad ni en esta promoción, ha generado situaciones grotescas, como que un estudiante con un 9.3, 9.4 o incluso un 9.5 quede sin Matrícula de Honor mientras que otro con un 9.6 la reciba únicamente por una ligera variación en la distribución de sus calificaciones.
Más aún, en otras asignaturas de la misma facultad (XI, XP, LSI e ISD) se ha otorgado el máximo número de Matrículas de Honor posibles, beneficiando a ciertos estudiantes y evidenciando aún más la injusticia, desigualdad y discrecionalidad en IPM.
El examen final, en lugar de evaluar el conocimiento práctico y la experiencia adquirida a lo largo del desarrollo de las prácticas, se ha limitado a recoger un conjunto de conceptos teóricos fácilmente asimilables por quienes, sin haber trabajado en la codificación, han memorizado información sin comprender su aplicación real. Esto ha provocado una clara distorsión en la evaluación de las competencias adquiridas.
No es de recibo que una persona que no ha trabajado en las prácticas, que carece de conocimientos sobre Python con GTK, Dart en Flutter, CSS, JavaScript y HTML, y que no ha demostrado empeño en desarrollar ni el frontend ni el backend de una aplicación, acabe obteniendo una calificación superior a quienes han trabajado y han dominado todas las partes de cada práctica.
Se ha demostrado que, con la simple presencia de dos miembros en un grupo que soportasen la carga de codificación, el resto de los integrantes podía beneficiarse injustamente, obteniendo calificaciones superiores a las de aquellos que, con un conocimiento real y completo del trabajo desarrollado, han visto su desempeño devaluado.
Un caso particularmente significativo es el de una alumna que ha obtenido un 9.6 sin haber demostrado conocimientos suficientes ni participación activa en la implementación de las prácticas, lo que pone de manifiesto las deficiencias en el sistema de evaluación adoptado, algo que contrasta con el 7.9 de un alumno que sí ha trabajado durante todo el curso y que maneja a la perfección todas las tecnologías pero que, debido al criterio meramente subjetivo de la asinatura en el examen final, ha visto frenadas sus aspiraciones en la nota final, de manera totalmente inmerecida. Esta situación no es compatible con los principios del Plan Bolonia, que pretende incentivar el trabajo práctico y el aprendizaje basado en competencias reales.
Por si fuera poco, de las 10 Matrículas de Honor que podían haberse asignado, solo se han otorgado 3, lo que ha generado una profunda desigualdad en la promoción. Como consecuencia, una persona con 2 décimas menos de media en el primer cuatrimestre ha acabado obteniendo el mismo número de Matrículas de Honor que otra con un expediente académico claramente superior. Esta gestión deficiente, responsabilidad exclusiva del departamento de IPM, ha generado un reparto descompensado e irracional, perjudicando gravemente a numerosos alumnos.
Esta situación no responde a ningún criterio lógico ni académico, ni guarda relación con la filosofía de evaluación aplicada hasta la fecha. Las decisiones adoptadas no han estado guiadas por principios de mérito, esfuerzo o conocimiento, sino por una arbitrariedad absoluta.
Finalmente, este comunicado pretende invitar a la reflexión sobre la equidad y coherencia del modelo de evaluación de esta asignatura. La actitud prepotente y despectiva de algunos miembros del Departamento de IPM en las revisiones de examen refleja el nivel de negligencia con el que se ha manejado este proceso, así como el deplorable nivel de corrección, dado que se ha acabado demostrando que el alumno tenía razón al tener 3 décimas menos de lo que debería como mínimo antes de la revisión. Resulta ofensivo y humillante que un coordinador de la asignatura reciba a un estudiante con frases como: “Con un sobresaliente, ¿a qué vienes a revisar?”. Este menosprecio hacia el derecho del alumnado a revisar su calificación es absolutamente intolerable y deja en evidencia la falta de profesionalidad y el abuso de poder existente en este departamento.
Exigimos, por lo tanto, una rectificación inmediata y una revisión en profundidad de la gestión de la asignatura de IPM. Es de merecer un un sistema de evaluación justo, basado en la objetividad, la transparencia y el reconocimiento real del esfuerzo académico.